sábado, 19 de septiembre de 2015

A la caza de combustibles: Sondeos acústicos submarinos

A lo largo de este año 2015, son cada vez más habituales las noticias sobre los nuevos métodos experimentales utilizados para  la localización de hidrocarburos basados en el uso de explosiones acústicas submarinas a lo largo de todo el planeta.

Esta metodología trata de localizar yacimientos petrolíferos y de gas en los fondos oceánicos, comunes en las zonas de convergencias de placas y dorsales oceánicas.



La observación de los fondos marinos y de las rocas sumergidas no se puede hacer de manera directa a gran escala; hay que realizarla empleando métodos indirectos, como la mayoría de los utilizados en la exploración geofísica marina, mediante el uso de instrumentación acústica (batimetría, sísmica…)

Los métodos acústicos se basan en el registro mediante receptores sensibles a las frecuencias de emisión características de los instrumentos de eco localización del suelo marino y de las distintas capas que lo componen. Estos ecos o reflexiones se originan al paso de una onda acústica generada por una fuente de sonido artificial o emisor. Las ondas refractadas penetran en las formaciones rocosas, lo cual permite efectuar sondeos más profundos y obtener “imágenes” de la estructura del subsuelo. La atenuación de la energía acústica es proporcional a la frecuencia de las ondas.


Estas campañas de “adquisición sísmica” o “sondeos acústicos” tienen como objetivo la elaboración de mapas del subsuelo marino para detectar formaciones geológicas susceptibles de almacenar hidrocarburos, para posteriormente realizar sondeos de exploración y explotación comercial de los pozos.

El uso de barcos con cañones de aire, permiten captar el rebote de las ondas emitidas que pueden causar daños a la fauna marina debido al elevado nivel de ruido generado por las detonaciones submarinas; de ahí que sean polémicas y la necesidad de su regulación mediante una evaluación ambiental.

El impacto medioambiental del proyecto es crítico, afectando muy negativamente a la supervivencia de numerosas especies marinas: peces, cefalópodos, tortugas, cetáceos… afectando en mayor medida a aquellas especies que utilizan dichas ondas como sistema de eco localización, lo que afecta en gran medida a su capacidad de orientación y alimentación. Existen casos demostrados donde estos métodos tan agresivos han afectados de manera importante a la pesca y el numero de capturas debido a daños irreversibles sobre huevos y larvas.

Junto a los efectos directos derivados de la contaminación acústica, se observan daños por contaminación debido al vertido de sustancias tóxicas arrojadas al mar durante las perforaciones para la prospección. Entre estos compuestos figuran el benceno (cancerígeno), el tolueno y el xileno (afección al sistema nervioso, insuficiencias renales y hepáticas), metales pesados como el mercurio, el cadmio, el, plomo y el arsénico, los cuales se bioacumulan en los tejidos de los componentes de la cadena trófica. Además de los impactos provocados sobre las playas y costas, que se verían directamente afectadas ante posibles vertidos accidentales de petróleo.

En el caso de España, compañías como Spectrum, Repsol  o Cairn Energy, pretenden llevar a cabo dichos estudios del suelo submarino en extensas áreas de gran valor natural como el Golfo de Valencia, las islas Baleares, Canarias o el Mar de Alborán entre otros.

Según estudios realizados por EcologistasEnAcción Las ondas acústicas emitidas durante la campaña de adquisición sísmica tienen un nivel sonoro de 249 a 265 decibelios (dB) y una frecuencia de entre 10 y 15 KHz, y son capaces de penetrar hasta 7.000 metros en el suelo marino. Las explosiones se realizan de forma continua las 24 horas del día, los 7 días de la semana, llegando a prolongarse los estudios durante meses.
Se han confirmado como efectos provocados por estos sondeos acústicos en las especies marinas: pérdida de equilibrio, desorientación, hemorragias internas, destrucción del oído interno, descompresión respiratoria, burbujas de aire en órganos y sistema circulatorio, y derrames cerebrales.


El ruido emitido es unas 10.000 a 100.000 veces mayor que el motor de un avión a reacción (de unos 140 dB) y similar a explosiones de cargas de dinamita entre 30 y 100 kg.


En Febrero de 2015, la organización EEA ha presentado 700 alegaciones a los sondeos sísmicos y prospecciones petrolíferas  en aguas del Mediterráneo (Golfo de Valencia) donde se solicita que la autoridad ambiental dictamine una Declaración de Impacto negativa, que impediría llevar adelante la primera etapa de la explotación de hidrocarburos, prevista en un área de 254.000 Ha. Autorizada por el Gobierno Español a la compañía Capricon Spain Limited. 
(http://www.ecologistasenaccion.es/article27417.html)




Ya se conocen los efectos derivados de la quema de combustibles en relación con el cambio climático, pero ¿donde y cuando se establecerá un límite? ¿Cuántos recursos estamos dispuestos a poner en juego por el desarrollo y nuestra dependencia energética de combustibles fósiles?